Privacidad vs Facebook

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Tras conocer los últimos informes emitidos sobre el espionaje realizado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos a través de aplicaciones tan conocidas por los usuarios como el juego AngryBirds, hemos tenido la oportunidad de presenciar en las últimas semanas otra maniobra que nos afecta desde el punto de vista de la privacidad: la compra de WhatsApp por parte del gigante de las redes sociales, Facebook.

Por todos es sabido que Facebook no es una red social que brille por sus políticas de privacidad. Tampoco lo es WhatsApp. Tal y como afirmó el regulador de privacidad alemán, Thilo Weichert, ambas compañías se han negado en reiteradas ocasiones a seguir las normativas de privacidad existentes en el marco de la Unión Europea, ya que se abrazan a las normas imperantes en Estados Unidos, donde las leyes de privacidad son menos estrictas y se permite la cesión de datos. Por lo tanto, ¿en qué sentido afecta a mi privacidad el cambio de dueños de esta aplicación?

 Antes de resolver esta cuestión es necesario realizar un breve análisis sobre la información que la compañía recopila de sus usuarios y el valor real de la misma. Por un lado, la exigencia básica para utilizar el servicio de mensajería es el número de teléfono.  El problema es que no solo facilitamos nuestro número personal, sino que al aceptar los términos de uso de la aplicación damos nuestro consentimiento para que puedan recopilar toda la información de nuestra agenda: nombres, números de teléfonos personales y de empresa, direcciones de correo, direcciones físicas y en definitiva, todo tipo de datos que incluyamos en el listín telefónico de nuestro dispositivo móvil. Por lo tanto, independientemente de que seamos usuarios del servicio o no, lo más probable es que nuestros datos se encuentren en la base de datos de la compañía.

Sin embargo, esta no debería ser nuestra mayor preocupación ya que estos datos en sí no supondrían un gran riesgo para nuestra privacidad teniendo en cuenta que se trata de una aplicación sin publicidad y que, tras la compra, se ha confirmado oficialmente que no habrá anuncios.  Sin embargo, el hecho de que haya sido Facebook quien ha comprado la plataforma de mensajería y por lo tanto, los datos que van con ella, sí es un factor a tener en cuenta y más si recordamos que el rey de las redes sociales ya compró en su momento otra de las grandes plataformas que más usuarios registran: Instagram. Tal y como apunta Mauro Fuentes, director de social media de la agencia Ogilvy en España: “lo fundamental de la compra es la base de información que esos 450 millones de usuarios de WhatsApp pueden aportar al ecosistema de Facebook e Instagram. ¿Y qué tipo de información sería esa? Los números de teléfono, localizaciones, tipo de medios intercambiados, etc.”

Es decir, además de los datos ya mencionados, Facebook tendrá la posibilidad de crear un perfil general de cada uno de sus usuarios uniendo las datos obtenidos mediante las tres plataformas, pudiendo obtener un completo análisis de relaciones personales, aficiones, localización, hábitos, etc. ¿Y para qué quieren estos datos? La respuesta es clara y sencilla: publicidad personalizada.Es decir, con esta transacción, Facebook consigue perfeccionar la calidad de los datos personales que maneja y el volumen de los mismos, algo muy cotizado hoy en día.

Ya han sido numerosos los organismos y expertos en la materia que se han declarado en contra de esta transacción como la Oficina de Regulación de la Privacidad en las Comunicaciones alemana o los grupos de defensa de la vida privada en Estados Unidos, quienes en los últimos días han interpuesto un recurso ante la Comisión Federal de Comercio con el objetivo de congelar la operación para evitar el mal uso de los datos personales de los usuarios. En España, ha sido el partido político UPyD quien ha planteado al Gobierno una serie de cuestiones dirigidas a conocer qué tipo de estrategia se va a seguir para garantizar que la compra de WhatsApp no suponga un riesgo para los 30 millones de usuarios que utilizan el servicio dentro de nuestras fronteras.

Además, como consecuencia de la caída que sufrió el servicio de mensajería hace unas semanas y el revuelo causado por la compra, han sido millones los usuarios que han probado diferentes alternativas que prometen un mayor respeto por la privacidad, como Threema, myEnigma o Telegram. ¿Y qué ventaja nos ofrecen estos clientes frente a WhatsApp? Servidores descentralizados que evitan que toda la información se recopile en un mismo punto, sistemas de encriptación de mensajes, chats secretos, autodestrucción de mensajes y contenidos cada cierto tiempo y lo más importante, políticas de privacidad que respetan en mayor medida los cánones de privacidad y transparencia de la información vigentes en Europa.

Sin duda alguna debemos tener muy presente que, a día de hoy, pocos son los servicios web que ofrecen prestaciones gratuitas. Desde el momento en que nos obligan a registrarnos para acceder a sus contenidos estamos comprando el acceso a los mismos con nuestros datos personales y por lo tanto, vendiendo nuestra privacidad. De ahí la importancia de tener muy presentes los términos y condiciones de uso de este tipo de plataformas, así como las cláusulas de privacidad de los servicios a los que nos subscribimos ya que, al fin y al cabo, en nuestra mano tenemos la posibilidad de proteger nuestra intimidad pero para ello debemos concienciarnos sobre qué podemos compartir y qué no, o sobre en qué plataformas debemos confiar y en cuáles no. Y más importante todavía, siempre que tengamos la sospecha de que nuestros datos no están siendo tratados con la diligencia debida debemos solicitar la baja del servicio, y en caso de que se contemple, hacer valer nuestros derechos ARCO.

 

Alicia Llorente Pérez