Lo que tu coche dice de ti
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- Publicado: Viernes, 30 Enero 2015 14:19
Desde que se crease allá por 1885 el primer automóvil con motor de combustión interna por Karl Benz, nuestro vehículo se ha convertido en un elemento fundamental de nuestro día a día: nos desplazamos con él constantemente de un punto a otro, nos ofrece confort y diversión durante dicho desplazamiento y es, en cierta medida, una referencia del estrato social y económico que ocupamos. Al respecto, incluso muchos de nosotros nos preocupamos de cuidar la apariencia de nuestro coche, dándole el tratamiento de limpieza y mantenimiento de pintura adecuado, porque lo consideramos como una pequeña prolongación de nuestra persona.
No obstante, esa concepción clásica está a punto de cambiar: reflexione sobre ese fiel compañero que tantos buenos momentos le ha brindado como hasta ahora lo ha hecho, porque en breve, tras la lectura de este artículo, es más que probable que su punto de vista se vea modificado radicalmente y que esa pequeña prolongación que comentábamos en el párrafo anterior se vea enormemente acrecentada.
Empecemos por este dato: a día de hoy, más de dos terceras partes de los vehículos fabricados disponen de sensores y distintos sistemas aplicativos accesorios que implican un flujo casi permanente de transferencia de información.
A pesar de que pueda llegar a considerarse un mercado incipiente y fragmentado, tal como indica el I Estudio Anual de de Coches Conectados, elaborado por IAB Spain, es indudable que este entorno inmaduro actual tiene los días contados: todos los agentes implicados dan por sentado que se implantará con fuerza y rapidez, máxime teniendo en cuenta las trascendentales alianzas al respecto que ya se están produciendo entre los gigantes tecnológicos[1].
Tal es así que Ian Robertson, miembro del consejo del fabricante alemán BMW expuso sin ambages, en el reciente Salón de Detroit a la publicación Financial Times, que distintas empresas de Silicon Valley y ciertos grupos publicitarios ya están solicitando a los fabricantes de automóviles que se les permita explotar los datos generados por lo que se ha venido a denominar como coches conectados[2].
Posiblemente, se estará preguntando de dónde viene el interés por parte de semejantes corporaciones sobre la información que pueda generarse. Pues bien, como en tantas otras ocasiones, dichos datos tienen un valor enormemente elevado para cualquier empresa que pueda estar interesada en ofrecernos un bien o servicio de nuestro interés: es decir, absolutamente todas las del Planeta. Veamos algunos ejemplos:
- Su coche conectado de última generación puede determinar por sensores ópticos si se le cierran los párpados con demasiada frecuencia, lo que puede implicar que está somnoliento y que sería interesante que tomase una reparadora taza de café. Si ese dato se procesa por una cafetería que se encuentra en su ruta, la misma podrá invitarle amablemente a acudir a sus instalaciones (mediante un mensaje de voz o de imagen en su parabrisas) e, incluso, ofrecerle un descuento en su variedad de bebida favorita si elige una opción a través del panel táctil del salpicadero.
- De la misma manera, se puede determinar si el motor del coche ha estado mucho tiempo encendido, lo cual supone un largo viaje con la consecuente necesidad de efectuar una parada en algún restaurante ubicado en las proximidades para comer y descansar.
- Asimismo, su vehículo conectado puede saber si lleva más pasajeros, mediante sistemas de presión en los asientos, por lo que es admisible que quizá esté interesado en alquilar una película de alguna plataforma digital para que pueda ser disfrutada por los pasajeros de las plazas traseras.
- Si tose demasiado, ello es captado por el sensor de voz del automóvil y transmitido a una farmacia cercana, se le podrá recomendar adquirir una milagrosa píldora que acabará con sus incomodidades de garganta.
- Y si es viajero incansable, el cuentakilómetros comunicará que necesitará cambiar las cubiertas de su vehículo con frecuencia, por lo que una buena oferta de neumáticos seguro que puede resultar algo de agradecer.
Todas ellas implicaciones de privacidad, como se puede apreciar fácilmente, que trascienden con mucho el campo al que nos tenía acostumbrado hasta ahora el sector automovilístico.
Pero demos un paso más allá: ¿dichos datos serán utilizados únicamente para ofrecernos ofertas que puedan ser de nuestro interés? o, con mayor probabilidad, ¿se integrarán en ese enorme océano de información, perfiles y patrones denominado Big Data junto con todo el rastro digital que ya generamos actualmente (smartphones, tablets, etc …) estableciendo pautas concretas de personalidad y usos sociales que podrían ser empleadas con potenciales usos desconocidos?.
Por ello, finalmente, permítame un consejo y la próxima vez que adquiera un vehículo, analice con detenimiento el contrato de adquisición del mismo antes de firmarlo: puede que esté dando su autorización para que quizá demasiados terceros sepan si le gusta el café sólo, con leche, o mucho más…
Stéfanos Altidis Cabrejas
Abogado Asociado Senior Compliance & Risk
MID - CDPP - CRISC - ISO 27001 IA
Experto Externo SEPBLAC
[1] De hecho, ya existen plataformas que están en un proceso de desarrollo vertiginoso, como puedan ser Carplay Apple, Android Auto o Windows in the Car.
[2] Dos observaciones puramente técnicas:
a) La primera y más importante es que la conectividad comentada deriva una más que posible circunstancia de contagio por malware de las aplicaciones informáticas instaladas en el coche: si la aplicación dañada es de ocio, la importancia es relativa; si controla la centralita del coche o el sistema de frenos, la cuestión es radicalmente diferente en lo que a seguridad de los pasajeros se refiere.
b) En segundo término, las distintas operadoras de telefonía deberán empezar a considerar adaptar los planes tarifarios de datos: si su coche está conectado a Internet permanentemente las 24 horas al día, transmitiendo información o captando la misma de Internet (actualizaciones de software, música, etc…) el canal de telecomunicaciones (inalámbrico, en principio) que se requerirá será muy diferente al que se pueda estar empleando a día de hoy en un simple smartphone, por ejemplo.