Día Internacional de Internet Seguro y el uso de la red y dispositivos por menores

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El 10 de febrero el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, a través de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (SETSI) y en colaboración con RED.ES y el apoyo de la Comisión Europea, acogió la decimosegunda edición del día internacional de Internet Seguro o Safer Internet Day bajo el lema “Juntos podemos hacer un Internet mejor”, cuyo objetivo es concienciar a los usuarios del adecuado empleo de las herramientas tecnológicas y digitales, como son los smartphones, dispositivos móviles, redes sociales e internet; hoy día accesibles para todo el público, incluidos adolescentes y menores.

En los últimos años el aumento del número de usuarios de este tipo dispositivos y, especialmente, el acceso a internet ha crecido de manera imparable y parece no tener parangón. Ese crecimiento lo reflejan las cifras y el Instituto Nacional de Estadística publicaba el pasado 2 de octubre los resultados de varias encuestas que reflejan este aumento que nos ofrece como datos más relevantes los siguientes:

-          En el 2014 se registró, por primera vez en España, la existencia de más usuarios de Internet (76,2%) que usuarios de ordenador (73,3%).

-          El 77,1% de los internautas accedieron a internet mediante el teléfono móvil

-          Más de la mitad de la población (51,1%) participa en redes sociales

-          El 99,1% de los hogares dispone de teléfono (fijo o móvil) de los cuales el 75,4% tiene ambos tipos de terminales

-          El 74,4% de los hogares españoles tiene acceso a internet lo que supone un total de unos 12 millones de hogares con acceso a la red

Con este panorama, no es de extrañar que los menores de edad se hayan convertido en “nativos digitales”, ya que han crecido en este entorno digital. El fenómeno de internet (y, especialmente, de las redes sociales) y de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) ha sido su día a día, y actualmente deben ser contemplados como usuarios activos y pasivos de las mismas, incluso como posibles autores de conductas ilícitas a través de las mismas.

Este “hábitat” digital, intrínseco y natural, ha traído consigo enormes ventajas como acceso a la información y seguimiento de la misma en tiempo real, recursos educativos y contenidos culturales, eliminación de las barreras espacio y tiempo, mejora de las comunicaciones, etc. pero también trae consigo una cada vez mayor serie de peligros de los que muchas veces no somos conscientes (o no queremos ser), de los que resultan especialmente graves y extendidos la dependencia y adicción tanto al Smartphone e Internet y la exposición a la que sometemos nuestros datos personales, a menudo de forma no consentida, que pueden llegar a afectar incluso a la integridad física y moral.

Esta dependencia ha llevado a crear un término que refleje esta enfermedad del siglo XXI: “nomofobia” (del anglicismo “nomophobia” “no-mobile-phone-phobia”), miedo a salir de casa sin el teléfono móvil. Según los estudios realizados por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) en España, casi el 53% de los usuarios de Smartphone tienden a sentir ansiedad cuando se encuentran sin su teléfono móvil.

Los datos son aún más alarmantes cuando centramos la atención en los adolescentes; pero es lógico si pensamos en el descenso en la edad de inicio en el acceso a las Tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), ya que se produce cada vez más tempranamente: los niños de dos y tres años utilizan de forma habitual los terminales de sus padres, el 30% de los niños españoles de diez años de edad tiene un teléfono móvil, porcentaje que aumenta hasta el 83% cuando alcanzan los catorce años (datos proporcionados por el INE). Así, cada vez más, los menores, tanto niños como adolescentes, quedan sometidos al riesgo de las redes sociales y de Internet siendo blancos fáciles: muchos de ellos no tienen suficiente capacidad de raciocinio para el empleo adecuado de los mismos o madurez adecuada para comprender la gravedad de las consecuencias que pueden alcanzar los actos realizados en la red.

Este fácil acceso a dispositivos móviles e internet genera una falsa seguridad: la muralla que creamos a través de la invisibilidad y el anonimato que nos proporciona el ordenador e internet no significa que lo que hagamos no vaya a tener consecuencias en la vida real: estas consecuencias pueden materializarse en situaciones realmente funestas.

Podemos encontrar resoluciones de procedimientos sancionadores de la AEPD en los que hay incursos menores, como la sanción que se impuso al canal infantil de televisión TDT BOING por la recogida de datos personales de menores entre siete y doce años para participar en un concurso cuyo premio era la asistencia a la Cabalgata de Reyes, en los que no se solicitaba el consentimiento del tutor legal ni se facilitaba la finalidad de la recogida; pero podemos encontrar incontables casos con fines menos inocentes que ir a ver a los Reyes Magos y desenlaces mucho más funestos: desde el contacto con desconocidos por redes sociales, ciber-acoso, recepción de mensajes de contenido sexual, sexting (envío de fotografías íntimas), child-grooming (delito relacionado con pornografía infantil y la pederastia en Internet)… No pensemos que esto nunca nos ocurrirá a nosotros: el 13,7% de niños entre 11-12 años ha recibido mensajes y/o imágenes de contenido sexual a través de su teléfono móvil frente al 2,4% que también las han enviado, un 11,8% ha recibido mensajes o llamadas de adultos desconocidos, un 8,4% ha sido víctima de burlas, amenazas o agresiones verbales a través de dispositivos móviles.

Las estadísticas revelan un uso irresponsable. Esta falta de prudencia y sensatez de los menores ha de ser suplida por el buen criterio de los padres y en numerosas páginas se dan consejos y pautas a seguir que ayuden a los padres a concienciar a sus hijos, de forma acorde a su edad y madurez, del buen uso de los avances tecnológicos y protegerlos de manera adecuada frente las “amenazas virtuales”. Así, se recomienda el establecimiento de límites horarios como fijación de horas para utilizar WhatsApp o marcar horas diarias de uso ocioso del ordenador, establecimiento del ordenador en zonas comunes del hogar como puede ser el salón, control en la instalación de las aplicaciones que se utilizan y los permisos de acceso a datos que se conceden en ellas, medidas de seguridad como instalación de control parental o ayudarles a configurar sus perfiles en redes sociales, concienciación de que las redes sociales no pueden ser utilizadas para insultar o burlarse de otras personas; entre otras muchas.

Todo ello sin olvidar, como dijo Javier Tamayo, miembro del Equipo Jurídico y de Privacidad de la red social Tuenti: “la mejor herramienta de control parental es la educación y concienciación social”.

 

Sandra Herranz Gilarranz